Actualizado el miércoles, 4 diciembre, 2019
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Santa Croce di Gerusalemme
La Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén o Santa Croce di Gerusalemme es una de las siete basílicas de Roma, siendo parte, por tanto, el peregrinaje que sigue la tradición iniciada por San Felipe Neri.
La Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén fue edificada después que en el s. IV la madre del Emperador Constantino, Santa Elena, trajera consigo desde Jerusalén reliquias entre las que se incluía fragmentos de la Vera Cruz. Para la construcción de esta majestuosa basílica se utilizó en la fondamenta, tierra transportada igualmente desde Tierra Santa, y de ahí su nombre. La devoción popular hacia este templo viene de la creencia de estar poniendo un pie en la misma Jerusalén cada vez que se entra en ella.
La Basílica de la Santa Croce y la indulgencia plenaria
Curiosamente, la Basílica de la Santa cruz de Jerusalén no tiene Puerta Santa, por lo que no está tradicionalmente ligada a la indulgencia jubilar, a diferencia de lo que sucede en las basílicas de San Giovanni in Laterano o Santa María Maggiore. Sin embargo, debido a la existencia de importantes reliquias en su interior, tras visitarla si se puede tener la indulgencia plenaria o parcial (aquella de cada año sea o no jubilar). Los días para conseguir esta indulgencia son en fechas muy señaladas y son las siguientes: el 14 de septiembre, en la fiesta de la exaltación de la Santa Croce, el 19 de enero día del Titulus Crucis, el cuarto domingo de Cuaresma y el Viernes Santo, cada primer viernes del mes, cada vez que un grupo de peregrinos reza delante de las reliquias y una vez al año en una fecha escogida por cada fiel.
Visita del complejo religioso
La Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén se asienta sobre las ruinas de una antigua villa de emperadores denominada Horti Variani ad Spem Veterm. Una vez edificada, al encontrarse en los límites de lo que era por aquellos entonces el centro de la ciudad, provocó un constante flujo de peregrinos que acudían a visitarla. Durante el pontificado del Papa lucio II, en el s.XII, tuvo lugar la transformación del la Iglesia según el estilo románico creándose tres naves, el claustro, que más tarde fue demolido y el campanario. De los 8 pisos del mismo actualmente sólo pueden apreciarse los últimos 4 ya que los 4 primeros han sido incorporados al monasterio.
Siglos después, la Basílica tuvo algunas reformas para tristemente, abandonarse durante el periodo aviñonense. Tal era su aspecto que el Papa Urbano V, llevó a acabo una gran restauración, y para evitar la dejadez de este precioso edficio, lo asignó a los monjes certosini y mas tarde a los cistercienses.
No es hasta el año 1743 en que la basílica y el monasterio fueron completamente restaurados por iniciativa del Papa Benedicto XIV. Las obras se comisionaron a Pietro Passalacqua y Domenico Gregorini, arquitectos gracias a los cuales, el travertino brilla en la fachada de la basílica. A finales del s. XVIII los franceses ocuparon este templo durante la invasión napoleónica y robaron numerosas piezas de arte, entre ellas, los hermosos relicarios de oro que custodiaban los fragmentos de la Santa Cruz, el clavo y las espinas. Los actuales relicarios son obra del artista Giuseppe Valadier.
Los alrededores
El rione Esquilino se encuentra anexo al Rione Monti. Es la zona de Roma perfecta para patear dando largos paseos y admirando la multiculturalidad de sus calles. Estando en la zona puede visitarse la Basílica de San Juan de Letrán y el Villa Fiorelli, uno de los tantos parques con que cuenta Roma y en el que además existen encantadores rincones.
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